Astrología

El descubrimiento de Quirón: un hecho taurino que nos compete a todxs.

Históricamente cuando acontece un descubrimiento como el de un planeta o un cuerpo celeste, ocurren cosas a nivel colectivo de mayor o menor relevancia para la humanidad. Con el descubrimiento de Urano en 1781, poco tiempo después tuvimos la Revolución Francesa con las consignas de “Libertad, Igualdad y Fraternidad”; con Neptuno en 1846, el surgimiento del Espiritismo y el auge de las órdenes o sociedades ocultistas en el mundo; con Plutón en 1930 la primera y segunda guerras mundiales y la bomba nuclear de Nagasaki e Hiroshima.  Con el descubrimiento de Quirón en la década de los 70 la humanidad sintió, quizás, la necesidad de amigarse con su naturaleza corporal y orgánica, con la tierra y la naturaleza, y surgieron en esa década la permacultura y las terapias alternativas provenientes, en su gran mayoría, de las líneas de Oriente.

Quirón es uno de los asteroides más importantes tanto en su estudio como en su aplicación en la interpretación de cartas para los astrólogos modernos. Fue descubierto el 1º de noviembre de 1977 por el astrónomo Charles Kowal, mientras transitaba por el signo de Tauro. Su órbita se encuentra entre Saturno y Urano, siendo bastante inestable, lo que quiere decir que a veces se acerca más a Saturno y otras más a Urano. Aunque se lo denomina como un asteroide, su naturaleza no está del todo definida, ya que al parecer éste sería un cometa gigante, pero al no recibir el suficiente calor del Sol, por su lejanía, no logra generar una cola de gran importancia. No pudiendo definirlo ni como uno ni como el otro, Quirón terminó recibiendo un nombre «definitivo» tanto de cometa como de asteroide: Cometa 95P/Chiron / Planeta menor 2060 Chiron. Esta naturaleza dual de carácter astronómico también se encuentra reflejada en la naturaleza dual del personaje mitológico que lo representa: el centauro Quirón. Veamos un poco el mito, antes de introducirnos en su significado astrológico y su importancia a nivel histórico y colectivo. Liz Green y Juliet Sharman Burke, lo relatan más o menos así, aunque no todos los relatos concuerdan sobre el origen de su nacimiento:

Quirón es el rey de los centauros, el que cura, el sacerdote y el maestro sabio de todos los héroes jóvenes de la mitología. Según algunos relatos, nació de Ixión, hijo de Ares, dios de la guerra, y de una nube que Zeus formó con la apariencia de su esposa Hera, para evitar que Ixión hiciera el amor con la diosa en persona. El Centauro fue educado por Apolo, el dios-sol, y Artemisa, la diosa-luna, y a causa de su gran sabiduría y espiritualidad fue elegido el rey de los Centauros, asignándosele la tarea de inculcar en los jóvenes príncipes griegos de las casas nobles los valores espirituales y el respeto a la ley divina que necesitaban, antes incluso de aprender el arte de gobernar y el manejo de las armas.

Quirón también era un gran curandero, y conocía los secretos de las hierbas y la ciencia de las plantas. Pero era incapaz de curarse a sí mismo. Un día, su amigo, el héroe Hércules, le visitó en su cueva después de matar a Hidra con sus nueve cabezas venenosas. Hércules rozó accidentalmente al Centauro en el muslo con una de las flechas que habían sido mojadas en la sangre del monstruo. Esa sangre era un veneno mortal, y el caso es que Quirón no pudo sacarse el veneno de la herida. Como era inmortal, no podía morir, y de ese modo se vio obligado a vivir sufriendo, renunciando a toda la felicidad del mundo y dedicando su tiempo a la enseñanza de la sabiduría espiritual. Quirón, finalmente, decidió cederle su inmortalidad a Prometeo para poder escapar al dolor mediante la muerte.

Por un lado, Quirón es un Centauro, un ser mitad caballo mitad hombre y, por otro lado, representa un gran médico y sanador, pero incapaz de curarse a él mismo. Representa un símbolo de lo que el ser humano es en tanto pertenece al mundo instintivo de la naturaleza, el que comparte con otros animales y seres vivos, pero que, a su vez, participa del conocimiento de una realidad espiritual y trascendente, de una inteligencia (o Divinidad) que es anterior a él y que lo trasciende. Esta conciencia de lo infinito que encarna en un cuerpo finito, es parte de esa herida incurable representada por Quirón. Astronómicamente, esta cualidad también posee su correlato debido a su posición en el espacio, justo en el límite entre los denominados “planetas personales”, considerados hasta Saturno (incluyendo el Sol y la Luna), y los denominados “planetas transpersonales”, Urano, Neptuno y Plutón, hasta el momento. Además, la lesión de Quirón lo enfrenta a una nueva paradoja: la del Sanador Herido, quien a través de su propio sufrimiento, puede comprender y apreciar el sufrimiento ajeno. Nuevamente, este hecho lo pone ante el contacto con lo transpersonal, con una visión del mundo y de la realidad que trasciende la experiencia individual y lo lleva a “ver más lejos”.

Astrológicamente, Quirón en la carta natal de un individuo simboliza aquella herida que es imposible sanar, y que nos acompañará durante toda nuestra vida, pero que representa una posibilidad para la expansión de nuestra conciencia hacia una realidad mucho más vasta que la cotidiana y naturalmente aprehensible. Gracias a su dolorosa insistencia, nos empuja a indagar e investigar en nuevas y diferentes áreas de la vida, con tal de que el dolor cese, llevándonos hacia los costados más misteriosos e incomprensibles de la vida.

A nivel colectivo tenemos que tener en cuenta no sólo el momento en que fue descubierto sino el signo por el cual transitaba, para significar su llegada no al sistema solar (porque este ya existía) sino a nuestro registro consciente de él. Cuando sucedió el hallazgo, Quirón transitaba por el signo de Tauro. Tauro representa la energía de la vida que toma forma en la materia; representa la vida orgánica y todo lo que de ella depende; el cuerpo, la tierra, la naturaleza y su desbordante vitalidad, la sensualidad, el disfrute corpóreo, el alimento y la sexualidad como fuente de vida y placer. El mensaje que este cuerpo celeste traía a la humanidad, tenía (y tiene, porque permanece más que nunca vigente) que ver con una herida a nivel orgánico y corporal, trayendo a la luz la inmensa desconexión existente entre los hombres y mujeres de la Tierra y ésta.

Es evidente que en una cultura como la nuestra en donde las religiones monoteístas, predominantemente, demonizaron al cuerpo, con sus necesidades y apetencias, y donde la ciencia, cada vez más desarrollada e inmersa en casi todas las áreas de la vida, es manejada por un montón de egos “inflados” que desmerecen e ignoran el poder de la naturaleza, creyéndose más que ésta, los hombres y mujeres cada vez nos alejamos más de nuestros cuerpos, de la naturaleza y de su inmensa sabiduría. Algo no estaba bien y los seres humanos cada vez más sintieron que las soluciones que la ciencia les ofrecía, tanto a nivel médico como alimenticio y de contacto con la tierra, lejos de remediar sus problemas generaban más y más: la agricultura a gran escala destruye la tierra fértil convirtiéndola en grandes desiertos, que tardarán miles de años en recomponerse; la alteración genética de los alimentos y el uso de cantidad de sustancias químicas que destruyen sus nutrientes y la vida de la comunidad que trabaja esa tierra, y tantas cosas más que sabemos y que no; la medicina alopática que no tiene en cuenta la totalidad del hombre como un todo orgánico cuerpo-mente/emoción.

Ante tal situación, hombres y mujeres de esa época, tuvieron que hacer lo que Quirón les exige: ir más allá de lo conocido y evidente, encontrando soluciones que nos conecten con un “modo” de hacer más inclusivo de las leyes cósmicas y naturales que nos rigen. Surgieron, entonces, las terapias alternativas, las medicinas llamadas “holísticas”, en su mayoría provenientes de India y China; el auge por la homeopatía (aunque ésta ya existía hacía mucho tiempo), que en esa época incrementó su actividad en unas diez veces. Además, el surgimiento de la Permacultura también se dio en esa década y, según uno de sus precursores, Bill Mollison, la misma puede definirse como “la filosofía de trabajar con, y no en contra de la naturaleza; de observación prolongada y reflexiva, en lugar de labores prolongadas e inconscientes; de entender a las plantas y los animales en todas sus funciones, en lugar de tratar a las áreas como sistemas mono-productivos.»

Queda claro que el trabajo no está resuelto y, como bien dije anteriormente, quizás nunca se resuelva. Pero es evidente que esta temática se encuentra cada vez más vigente, con más fuerza que nunca, y nos exige un trabajo que no se limita a lo personal. La realidad se encuentra polarizada, y cada vez que alguien se para fuertemente en alguno de los dos polos, surge con más fuerza el polo opuesto. Por eso, cuanto más se visibiliza una herida de este tipo, más hacemos evidente el daño que producen los que lo generan: la concentración de poder en manos de muy pocos (tanto económica, territorial, cultural como religiosa), la ignorancia generalizada y manipulada acerca de estos temas, la voracidad de las industrias alimenticias y farmacológicas, y las innumerables consecuencias que de ello derivan.

“El fin último de la agricultura no es la producción de alimentos sino el cultivo y el perfeccionamiento de los seres humanos.” Masanobu Fukuoka

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